La Historia del Mediterráneo es nuestra Historia. A lo largo e los siglos, la Humanidad está íntimamente ligada a los alimentos que nos han mantenido con vida desde el inicio de los Tiempos. Alimentos cotidianos, como el pan, el aceite y el vino han sido compañeros inseparables de todos los pueblos implicados en la gigantesca tarea de desbroce, roturación y cultivo de las tierras cercanas al Mar Mediterráneo.

TRIADA MEDITERRANEO

El Mar Mediterráneo, desde sus orígenes agrícolas en Próximo Oriente hasta su constitución como unidad cultural, se ha configurado a través de los siglos como una identidad: los alimentos que forman nuestro sistema alimentario, el paisaje de trigales, olivos y viñedos que ha llegado a ser nuestra geografía referencial, y el paisaje simbólico de nuestro imaginario colectivo, ligado a un culto a la fertilidad de la tierra, desde la Prehistoria hasta nuestros días.

MAPA ANTIGUO MEDITERRANEO

El vino era y es la bebida elaborada más popular en el Mediterráneo antiguo, con una rica mitología, de consumo diario y con un papel importante en los rituales. Cultivado en Egipto, Mesopotamia, Fenicia y la Grecia Micénica, para el Periodo Clásico europeo (siglo V-IV a.C.) el vino ya era un elemento importante en la vida ritual y cotidiana.

Los griegos institucionalizaron el consumo de vino en sus simposios, banquetes de fiesta que se daban después de la comida. Los romanos convirtieron la viticultura en un negocio de enorme éxito, tanto, que muchos de los antiguos territorios productores de vino son a día de hoy referentes en el mundo vitivinícola.

La difusión de la elaboración del vino

La vid, que crece de forma natural en la mayoría de las áreas geográficas que están entre 30 ° y 50 ° norte con isotermas anuales de 10-20 ° C. Probablemente se cultivó por primera vez (como vitis vinifera sativa) en la región del Cáucaso antes del período Neolítico (8.000 a.C.) Desde allí, la práctica de prensar las uvas, fermentarlas y producir vino se extendió al Oriente Próximo y al Mediterráneo.

Las primeras civilizaciones de la tríada mediterránea son los fenicios y los griegos, que trasladarán a sus colonias el cultivo/culto de sus tres frutos/productos básicos, muy pronto asimilados por los pueblos indígenas. Los romanos acabarán por reunir bajo el signo de la tríada ese Mediterráneo dividido en una unidad cultural, el Mare Nostrum de pan, aceite y vino.

A medida que se establecieron rutas comerciales en el Mediterráneo, el consumo de vino y el cultivo de la vid se extendieron desde el Mar Negro hasta la costa norteafricana y a lo largo de la península Ibérica.

El vino se difundiría a través del proceso de colonización de las regiones de todo el litoral mediterráneo y más allá. La elaboración vinícola se convirtió así en una de las manifestaciones más visibles de colonización cultural en el mundo antiguo. De hecho, la viticultura tuvo tanto éxito en la Galia y España que, desde el siglo I, reemplazaron a Italia como los principales productores de vino del Mediterráneo. En la Antigüedad tardía, el cultivo de la vid se extendió aún más para incluir regiones del norte de Europa, como Mosel en Alemania.

La viticultura

Los griegos eran apasionados bebedores de vino, por lo que la demanda siempre fue alta. Sabían que los tres elementos esenciales: una buena tierra, el clima y el tipo de vid, podían combinarse para crear diferentes variedades de uva y sabor. Si bien conocemos muchas prácticas culturales y la mitología que involucra el vino en el mundo griego, fueron los romanos quienes nos dejaron las mejores descripciones de su proceso de elaboración.

El manipular las vides para que crezcan a la altura óptima del suelo, a lo largo de un enrejado si es necesario, la distancia óptima entre sí y la poda regular para fortalecer la vid eran prácticas bien conocidas por los griegos. Las enredaderas pueden dejarse de pie, sostenidas con puntales de madera o incluso manipularse para que crezcan en árboles (especialmente el olivo).

Este último método prevaleció en los viñedos romanos con la mejor reputación por su calidad. Como la mayoría de las ramas de la agricultura, la viticultura era una inversión importante y los márgenes de beneficio podían ser escasos si el vino no se producía en una escala lo suficientemente grande. Como dijo el historiador romano Varrón, «hay quienes afirman que el costo de mantener un viñedo devora las ganancias» (Bagnall, 7021).

Los antiguos conocían bastante bien el valor de los vinos buenos y distinguían su producción entre los nuevos vinos jóvenes para las masas o los ejércitos en el campo y los vinos más maduros para el conocedor. Ciertos lugares ganaron rápidamente prestigio como buenos elaboradores de vino, en particular las islas griegas de Quíos, Cos, Lesbos, Rodas y Tasos.

Cómo se bebía

Los griegos diluían su vino con agua de mar. Los macedonios lo bebían puro, lo que era una aberración en el ideario griego, y a los romanos les gustaba tomarlo helado, con nieve. Las mujeres en la Roma antigua solían tomar mistelas y vinos dulces.

El vino como ritual

La triada mediterránea de los alimentos: pan, aceite y vino, va desde el ámbito doméstico al religioso. La mayoría de mitologías de las culturas antiguas cuentan con historias y leyendas que dan cuenta de la importancia de esta bebida única, ya que estos alimentos “vitales” se relacionan con el sexo y la fertilidad, por la continuación de la especie, el ciclo vital y la vida eterna.

Ya en Mesopotamia había un “pan bendito”, aceites perfumados y un “vino puro” para las libaciones y para ungir el suelo de los santuarios.

También hay que señalar la importancia de la comunión alimentaria: los banquetes, donde se sellaban ventas y contratos como del banquete ritual, de la ofrenda y la libación, acción de gracias debida a los dioses y a los muertos, últimos responsables del eterno retorno de la vida y la abundancia.

Más tarde, el Cristianismo tomó todo el contenido ritual del vino e imitó las antiguas culturas. Eliminó su contenido sexual y lo ligó a la imagen de Cristo, al que, muerto, ungen con aceites perfumados, su cuerpo es considerado “pan” que sacia eternamente y el vino es su “sangre”, símbolo de la trascendencia. Todo ello en el ritual de la Misa.

Incluso en el Corán aparece el vino. Aunque el alcohol está prohibido en la vida terrena, el Texto recoge que el vino estará presente en el Edén, como alimento simbólico del amor a Al-Lah.

Otros usos

No podemos olvidar que el vino también toma su carácter cotidiano debido a sus cualidades nutritivas, curativas y euferizantes, como toda bebida fermentada y alcohólica. La gente más humilde solía tomarlo para obtener calorías, nutrirse y usarlo para la curación de heridas en la piel o como desinfectante.

Bibliografía

Blog A Fuego Lento: El Pan, El Vino y El Aceite en el Mediterráneo Antiguo.

Lillo Carpio, P. (1996): “El vino, nexo de unión de culturas y creencias” Revista Murciana de Antropología, nº 3, pp. 183-198.

Cartwright, M. (2016): “El Vino en el Mediterráneo antiguo” Enciclopedia de la Historia del Mundo. Traducción de Villa Caballero, Enciclopedia de la Historia del Mundo (worldhistory.org)