¡Hola a todos y todas! Desde la Fermoselle Villa del Vino iniciamos este blog en el que os contaremos las aventuras, desventuras y curiosidades la majestuosa capital de Arribes del Duero. ¡Vamos a ello!

Esta hermosa villa se desenvuelve entre la historia y la leyenda, el mito y lo cotidiano. Podéis encontrar mil y un datos sobre nuestro pueblo en San Google pero, aquí, intentaremos ir más allá. Hoy, entre geranios y cigüeñas, os adentraremos en una de esas curiosidades que nos hacen especiales, dejando atrás las generalidades, y preguntándonos: ¿por qué bebemos el vino en copas?

Esta pregunta, poco seria a priori, engloba más anécdotas de las que uno pueda imaginar…

Más que una copa

Las copas son útiles por varias razones prácticas, siendo la mas conocida la función olfativa. El vino contiene más de 400 sustancias aromáticas que sólo pueden hacerse palpables a través de la forma de sus recipientes, es decir, a través del cáliz. Éste debe tener una proporción exacta, que se observa a través del llamado “ecuador” o, lo que es lo mismo, la parte de la copa que tiene la cintura más ancha que la boca.

El líquido llega hasta este punto y ahí “se hace la magia”. La llamada “cámara aromática” completa la zona seca de la copa, permitiendo, con un pequeño mareo, que los aromas, los recuerdos y regodeos lleguen hasta nuestra nariz, haciendo salivar al paladar y adelantando el placer al estómago.

Copa estilo Borgoña de Fermoselle Villa del Vino durante uno de la celebración del Festival Jazz y Vino.

El cristal debe ser transparente y permitirte vislumbrar colores y brillos, así como el talle, lo suficientemente largo para no tocar elcáliz y modificar la temperatura del vino. Como observamos, las copas ponen tus sentidos a prueba.

Ahora, presta atención a tu vajilla, rememora momentos únicos. Cada episodio, cada chateo, tiene sus propios detalles, por tanto, las copas que te acompañaron, también. Si cada vino es un mundo, cada copa también ha de serlo. En los años 70´ del siglo XX la marca australiana Riedel investigó la unión de regiones y variedades de vino con el tipo de cristal y proporciones que más les convenía. Así nacieron más de 40 tipos de copas: la copa de cava, la copa Borgoña, la Cabernet Sauvignon o, la más famosa, la copa Burdeos.

La copa Burdeos es aquella copa arquetípica que tienes en tu mente, si eres afortunado en tu mano. Aunque no te des cuenta, tiene un filo casi imperceptible que voltea el cristal hacia el interior permitiendo que ningún aroma se quede en el camino y, además, es la más alta de todas las copas. Se utiliza para vinos españoles gracias a su gran “cámara aromática” y el gran diámetro de su boca, de hasta casi 6 cm. Es la mejor copa para disfrutar de los vinos Denominación de Origen Arribes, pues te permite percibir sus sabores frutales, que no están nublados por los taninos que secan y astringen tus encías.

Un paseo por la historia antigua

Si ya has acariciado tus sentidos degustando el elixir de los dioses en tu copa favorita, te encantará conocer que uno de los grandes misterios de la historia es de dónde vienen las copas.  Desde los vasos y cerámicas de barro hasta el cristal de bohemia hay todo un camino lleno de culturas, sabores y civilizaciones que nos han enseñado a beber vino cómo lo hacemos hoy, en Fermoselle Villa del Vino.

La primera copa de la historia fueron nuestras manos. Beber agua de ríos, vertientes y cascadas nos hizo desarrollar un recipiente fisiológico, que pronto cambiaríamos en época prehistórica por cáscaras de frutos duras, cuernos y cuero de animales que, además, ayudaron a transportarla en nuestra lejana vida nómada. Pero así, como todo cambia, la humanidad también cambió: desarrollamos la agricultura y la ganadería, convirtiéndonos en sedentarios, fijando patrones y sistemas que se repitieron durante toda la Edad de los Metales.

A partir del Neolítico, los humanos inventamos la cerámica, es decir, los recipientes necesarios para comer, almacenar y beber. Según se fueron descubriendo los metales, las copas se fabricaban de cobre, bronce, plata u oro. Por esa época, en el siglo IV a.C., aproximadamente, se inventa el vidrio en la zona de Jordania, siendo la cultura fenicia la precursora en la elaboración de recipientes de este preciado material. Y así continuó hasta el siglo XV cuando, en Damasco, crean los primeros vidrios esmaltados, antecesores de los mundialmente conocidos vidrios italianos.

Las copas llegan a Fermoselle Villa del Vino

En Fermoselle y toda Europa, el vidrio se populariza para la creación de copas durante el Renacimiento, pero no será hasta el siglo XVIII, cuando los ingleses añaden óxido de plomo al vidrio y lo convierten en el cristal que hoy conocemos. Además, es a lo largo de estos años cuando se crean más variedades de recipientes y de copas, que se adaptan a cada tipo de comida y bebida como es el caso del vino.

Durante la época moderna el oficio de copero real será uno de los más reconocidos en la sociedad. Era, como bien muestra su nombre, el encargado de alto rango en las cortes europeas, cuya tarea era servir las bebidas en la mesa de su majestad. Esta figura se volvió de vital importancia cuando las conspiraciones e intrigan se convirtieron en la cotidianeidad de nobles y reyes, por lo que los coperos debían ser de total confianza.

La historia de los coperos y su fama viene de la época de Alejandro Magno, rey de Macedonia en el siglo III a.C. Los coperos de la corte alejandrina provenían de familias nobles, pues para servir al rey también se debía ser de alta alcurnia. De hecho, el Copero Mayor debía presentar la mayor copa antes de las comidas, para después servirlas, un rito que se hace desde el 721 a.C. en Oriente. Su leyenda negra como envenenadores viene de Yolas, a quien se acusó de envenenar a Alejandro y provocar así el ocaso de uno de los reinos más lujosos e importantes de la Historia.

Una de las bodegas de Fermoselle Villa del Vino

Vista de una de las bodegas históricas que puedes visitar en nuestra ruta ‘Momentos Únicos’.

Como observamos, la visión de un objeto cotidiano puede convertirse en un viaje por la historia, cuando menos lo esperamos. Nosotros, te esperamos, en Fermoselle Villa del Vinos, donde podrás degustar sus vinos, en sus propias copas serigrafiadas: el nombre del “pueblo bonito” y el logo que nos adentra en una ruta por las bodegas históricas de Fermoselle con más de 12 siglos, nos acompañan en el deleite de los vinos de Arribes.