El Patrimonio está vivo. El Patrimonio Cultural está compuesto de sillares, arquitecturas y obras de arte especiales. La Gioconda, el Acueducto de Segovia o la Alhambra nos trasladan a momentos reales, en los que podemos ser protagonistas de la Historia por unos momentos. Pero, lo que no te cuentan, es que somos nosotros, tú y yo, los que hacemos nacer y vivir al Patrimonio cuando paseamos, vemos y creamos en él. Y es que el Patrimonio no sólo vive de lo material, de nuestras bodegas históricas, de nuestra muralla o de nuestro castillo, sino que nuestra identidad regional también merece encontrarse dentro de esta preciosa palabra
Hoy, os hablaremos de uno de los acontecimientos más importantes de Fermoselle que se ha celebrado recientemente. La Romería de Santa Cruz, que engloba una identidad rural digna de ser considerada Patrimonio Inmaterial de nuestro país. Fermoselle, la Villa del Vino, es más que los Arribes del Duero y un pueblo con encanto, Fermoselle son los fermosellanos, su cultura y sus tradiciones.Descubre todas esas cosas que hacen a nuestra Villa mucho más que un pueblo, un centro de referencia para la vida de los fermosellanos.
Patrimonio inmaterial: ¿Por qué celebramos la Romería a la Ermita de Santa Cruz?
La Romería hasta la Ermita de Santa Cruz se celebra el primer lunes de Pentecostés, este año 2022 ha sido el 6 de junio. Los Fermosellanos parten desde la Plaza Mayor y se dirigen a la Ermita, donde rinden culto al Cristo del Pino, una pieza llena de leyenda.
Desgranando, poco a poco, nuestra fiesta, debemos empezar por el principio: ¿qué es el día de Pentecostés?, ¿por qué se celebra? En la tradición cristiana, Pentecostés, se fija como la venida del Espíritu Santo a la tierra, siendo la festividad más importante después de la Pascua y la Navidad, pero su origen se encuentra en la fiesta semanal judía llamada Shavuot, en la que se celebra el día que Dios otorgó los Diez Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí.
En esta fiesta, la música y la degustación gastronómica son las grandes protagonistas. Los periquillos, dulces redondos de masa con anís que endulzan la vida, los hornazos, nuestra típica “empanada” zamorana, y los vinos de Denominación de Origen Arribes, llenan los estómagos vacíos, sanan los pies cansados y alegran los corazones. Un día y una noche armonizadas con nuestros tamborileros, música y bailes típicos, con danzantes engalanados con sus mejores galas, los trajes tradicionales fermosellanos, hermanados con las vestimentas folclóricas del antiguo Reino de León.
Con una postal de ensueño en sus espaldas, la Ermita se encuentra en el entorno natural del Parque Natural de los Arribes del Duero. Gracias a las investigaciones llevadas a cabo, se cree que la Ermita se erigió en el siglo X pero, dados los años de uso, las modificaciones han sido continuas, perdiéndose su estructura original. Sin embargo, todavía hoy se puede disfrutar de las aras funerarias, escudos y otras estelas sepulcrales, provenientes de los pueblos prerromanos llamados Vacceos y Vetones, que vivieron en la comarca del sur de Sayago en torno al 400 a.C. Posteriormente, los pueblos romanos y medievales utilizaron estos sillares para crear sus propias edificaciones, la mayoría de ellas de carácter religioso.
La leyenda del Cristo del Pino
La escultura del Cristo del Pino emerge dentro de la Ermita ilustrándonos con una de las historias más bonitas y originales de nuestro pueblo. La leyenda cuenta que, mientras unos labriegos realizaban trabajos del campo en los olivares y viñedos de la orilla del río Duero, en los típicos bancales arribeños, uno de ellos divisó, por la corriente, un tronco que parecía una cruz con un cristo crucificado.
Afanosos en su tarea, cuando todos los campesinos divisaron la extraña figura, decidieron rescatarlo y extraerlo de las aguas con los pocos medios que tenían. La empresa no era fácil: la corriente del Duero empujaba con fuerza y rapidez al cristo, que se desplazaba hacia abajo topándose con rocas, árboles y torrenteras. Ayudados con la cuerda con la que ataban a las caballerías, la lanzaron para enganchar el tronco y poder arrimarlo a la orilla.
Sorprendidos del curioso hecho, decidieron llevar la pieza hasta el Fermoselle, donde la cedieron a las autoridades.
A los pocos días se decidió que lo mejor sería construir un templo donde cobijar al crucificado. Los vecinos de Fermoselle Villa del Vino crearon, con sus propios recursos, la ermita de Santa Cruz, en una zona alta, cuidando de que ésta mirase hacía Portugal, zona de la que parecía provenir el cristo.
Con el paso de los años, la creencia popular ha ido transmitiendo, de forma oral, el dicho de que fueron los portugueses los que arrojaron a las aguas del río Duero el Cristo Crucificado debido a su fealdad. Sin embargo, la curiosa historia de su llegada a Fermoselle fue tomada por sus gentes como un milagro divino, al que debía honrarse.
El cristo y su ermita se erigieron como un gran símbolo de Fermoselle y sus gentes. La Romería pasea a sus vecinos, desde los más jóvenes a los más ancianos, que agradecidos y encariñados con su Cristo disfrutan del camino tantas veces recorrido. Se enmarca esta tradición como una de las favoritas de los fermosellanos, ya que recuerdan sus fiestas y momentos de disfrute entre amigos, familia y generaciones.
Te invitamos a que conozcas por ti mismo las una y mil historias más de un pueblo de leyenda, que te dejes llevar por sus tradiciones, comidas y bailes. La Romería de la Santa Cruz te permite formar parte del patrimonio inmaterial de un pueblo plagado de bodegas, vino y alegría.